
Pero, si aparece en los titulares es porque ha intentado juzgar esos trapos sucios que existen por ahí y que deberían avergonzarnos cómo seres humanos, porque atentan contra nosotros mismos...
Nadie tuvo cojones de coger e intentar sentar a Pinochet para que pagase por sus crímenes, probablemente nadie haya enviado a más etarras a la cárcel, nadie había intentado juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura...
Pero no nos engañemos, el derecho no existe para impartir justicia, sino para alterar y mantener una sociedad. Si no es imposible entender cómo algunos personajes que llevan en sus espaldas la muerte de miles de inocentes en conflictos armados, no sólo no son juzgados, sino que allá dónde van los reciben con honores.
Recuerdo, la edición del diario “El País” del día en que muríó Augusto Pinochet, arriba, encabezando la noticia había un poema de “John Donne”, que decía lo siguiente: “La muerte de un hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas. Lo hacen por tí”. Hoy, todos somos más pequeños.
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